PRENSA/PRESS




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Santiago, octubre                 

Lorena Villablanca plantea a la polémica pintura – grabado una exigencia de nuevo tipo, no se trata tan solo de una xilografía color de grandes dimensiones, sino de una pintura sobre papel en la que el pincel ha sido sustituido por los tacos permitiendo la factura de una pintura grabado

                                                                        Justo Pastor Mellado, 1996
                                                                                    Jurado   Concepción una Ciudad en  Movimiento



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Su obra propone un mundo multifacético de variadísima iconografía inventada
En que se asocian seres mitológicos y bestiarios fantásticos mediante un juego de collage que arma la escena en su totalidad.
Técnicamente, su propuesta es audaz, se aparta de la tradición del grabado con una actitud de desparpajo que le permite actuar gráficamente con mucha libertad, pero sin caer en el descontrol o en la incoherencia.


                                                                      Jurado Salón  Sur 1994
                                                                      IV Salón Sur Concepción



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 Caracterizan su obra grafica,  la extremada tensión de la forma, la reverberación imaginativa, la capacidad  para establecer relaciones interactivas de forma y color con todo ello construye una obra intensa, plena de invención y significado, conmovedora y perturbadora a la vez. Un matrimonio entre el Paraíso Perdido y el Purgatorio.
 Pedro Millar

Texto para catalogo de exposición Sala Alfonso Lagos, Universidad de Concepción Chillan                                                      


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Lorena Villablanca :  Episodios Nacionales

He tenido la fortuna de conocer el trabajo de Lorena Villablanca desde sus inicios, pues fuimos condiscípulos en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Santiago. La
Recuerdo preparando alguna entrega de grabado, firmemente dispuesta a preservar la tradición sobre la innovación en la xilografía. Su trabajo esta marcado por la intuición
 mas que por la razón , intentando rescatar el imaginario tradicional de mitos y leyendas de la zona sur. Allí radico el secreto de sus primeros éxitos de salones y concursos.

Lorena Villablanca persevero en aquel  rescate de nuestra historia, que comenzó a ligar con imágenes de la cultura popular y del grabado oriental. Ello dio origen a una inquietante serie de obras donde el Padre de la Patria, es devorado por la naturaleza austral, o una exótica bailarina Tailandesa convive con los colores del Caribe centroamericano.

De esta forma la artista aporta nuevos aires a sus xilografías en color con intervenciones en gofrado. Con ello modifica el concepto de Globalización, anteponiendo la necesidad de una voz propia al seguimiento de modas y tendencias, lo cual se agradece enormemente


                                                                      Carlos Navarrete
                                                                      Curador independiente

* Texto, “El Cuño y la Estampa en torno al   Grabado Chileno “ 2008


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Observar los grabados de Lorena Villablanca es demarcar la idea de “historia” en el modo de hacer y pensar la incisión sobre el taco de madera como una superficie que en su estampado retrata un episodio nacional, el que rescata aspectos cotidianos de ese imaginario a ratos heroico. Lo que unido a las imágenes de la cultura popular y la estampa oriental, otorga a sus xilografías en color con intervenciones en gofrado, un nuevo aire a eso que solemos llamar “globalización” o “aldea global”. Tal condición de su obra permite un diálogo directamente proporcional con los trabajos de C. Peña, ya que ambas comprender la importancia de la narración visual insólita como herramienta de trabajo artístico. Aunque desde la estampa en madera Lorena es capaz de investigar en las posibilidades texturales del papel como superficie o territorio capaz de retratar la cita o comentario a la historia de un Chile inserto en las relaciones de un orden global como el síntoma de los infinitos pliegues que construyen las imágenes de esta y las otras convocadas.


Carlos Navarrete

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A propósito de la obra xilográfica de Lorena Villablanca.
pOR jaime cruz.

El conjunto de las 24 obras xilográficas de la artista Lorena Villablanca, que dona a la Pinacoteca de la Universidad de Concepción, son claramente identificadoras de su sello personal, y por tanto, se constituye en un valioso aporte al patrimonio regional, al incorporarse a una de las más importantes colecciones de grabado en Chile: esto es, al Gabinete de la Estampa de las Pinacoteca de la mencionada Universidad, que ha ido creciendo en variedad y cantidad de grabadores contemporáneos, ahora con esta destacada representante de la escena artística, quien ingresó en 1990 en el circuito de las exposiciones nacionales.

Iniciando una confrontación del trabajo de Lorena con artistas que reconocemos fácilmente, está en primer lugar Henri Matisse, por ser el más antiguo con el que podemos asociarla, y a través de él, indirectamente con las estampas japonesas incorporadas al arte occidental por artistas en Francia a principios del siglo pasado. Villablanca se aproxima a Matisse en la profusion de elementos vegetales: arbóreos, florales, tallos y guías de plantas; entremezclados con figuras humanas y animales, peces, aves, sin embargo en Lorena Villablanca son elementos dispuestos sin un sentido ornamental o composicional como sucede a menudo en Matisse, sino como interacción de signos inherentes al discurso gráfico figurativo propio de ella.

También existe un puente visual con Grosz y Kirchner, estos dos expresionistas alemanes tambien xilografos como ella, se conectan en la subjetividad de la artista chillaneja, en la  más pura emocionalidad, la que permea toda su producción y deriva en una resistencia visceral a la lógica, para dejarse fluir en la libertad de las formas, sin convenciones,  paradigmas o esteticismos novecientésimos.

Otro pintor germano, de Alemania oriental muy poco conocido, salta como pariente visual de la obra gráfica de Lorena, se trata de A.R. Penck (Rolf Winkler, n. 1935). La cercanía es más estrecha que con Matisse, Grosz y Kirchner, debido a la incorporación en ambos de experiencias personales y la participación de formas distintivas propias: caracteres arcaicos, bastones y símbolos en el caso de Penck y para Lorena se dan flores  y pájaros en su primer período; el escudo nacional, otros pájaros, peces y variedad de animales en el período siguiente. El arquetipo de flor, que puede ser común al lirio visto desde arriba, una orquídea o a una simple idea de floración, con pétalos en punta es un signo repetido a lo largo de su producción, lo mismo que un pequeño pájaro de alas abiertas, patas y pico destartalados, que acompaña también como arquetipo otras grafias, asumiendo las veces de signos claves de alegría de vivir y de buenos augurios, en cada caso.

Sin embargo, la mayor cercanía de la obra de Lorena es con Jean-Michel Basquiat
(1960-1988), tanto por generación, como por la naturaleza potente y elemental del grafitero . Esa caligrafía suelta de Basquiat en figuras humanas, elementos urbanos, repeticiones de signos  como soles, aviones, barcos, coronas, pinos y flechas, en sus pinturas se emparentan con la imaginería primaria de Villablanca, pero que está remitida a mitos mapuches y a la realidad grotesca del cotidiano en la Región del Bío-Bio; en extrema diferencia de la escena neoyorkina Basquiatana.

Enzo Cucchi y Mimmo Palladino, particularmente en sus respectivas obras gráficas de la década de los 80, alcanzan también una cercanía expresiva con las obras de Lorena Villablanca. Estos dos autores de la transvarguardia italiana, (seguramente no conocidos por ella). cargando con sus propios referentes culturales, comparten con la artista una imaginería distorsionada por la fuerza sugestiva, huyendo de las convenciones en composición, armonías cromáticas o subordinación a una sola idea temática. Coincide con ellos en la agregación de elementos simultáneos del expresionismo abstracto, signos arquetípicos y difiere en la proliferación de flora y fauna, con una clara intencionalidad lúdica.

 El espíritu lúdico, la aglomeración, la sincronía de elementos dispares, no significa que se queda en la superficialidad, ingresa en una introspección ontológica, que se remonta al primitivismo elemental de las formas, prescindiendo del espacio representativo, acorde con el conjugado en  los verbos gráficos de los pueblos originarios: mapuches, pascuenses y altiplánicos; e incorpora además, un salto mestizo con el que instala ese sentimiento nostálgico propio de la cultura popular latinoamericana, muy presente en boleros y rancheras.

Ese sentimiento latinoamericano alimentado a través de la música popular,  pero singularmente condimentado por las emblemáticas revistas antiguas argentina, tal como el Paratí cuyas portadas ilustradas por Manterola, circulaban  por los años 50 en las zonas rurales y urbanas de la Región del Bío-Bio, y que deben haber quedado arrumbadas por ahí, como una grafía popular del mundo femenino, que en la provincia se resiste a la post-modernidad; probablemente deben haber impresionado la retina de Lorena , como para acoplar esa imaginería retro, Art Nouveau, junto con petroglifos prehispánicos, figuras negras sobre blanco de la Lira Popular y sus demonios de experiencias personales.

El  mismo sentimiento  nostálgico y brutal, trágico y risible que fluye detrás de las xilografías de la literatura de cordel  chilena, cabalga como telón de fondo detrás de las xilografías de la segundo etapa de Lorena. Figuras planas en negro sobre un fondo blanco y líneas blancas o filigranas dibujando al interior de esas formas, sintonizan perfectamente con el guitarreo, crímenes y sucesos cotidianos con un claro orden temporal tan propios de los relatos de la Lira Popular. El primer período, más próximo a su educación formal en las artes, tiene una concepción más culta o ilustrada, menos popular, aunque siempre de raíces ancestrales, manifiestada en juegos de inversión de franjas o zonas de fondo blanco o negro, para provocar ambientes y tiempos diferenciados, entrelazados en una sincronía dinámica, polifónica.

Habría que agregar , respecto de la autora, que el sentimiento nostálgico popular latinoamericano tan femenino, se complementa con la fuerza primaria  de la naturaleza, que podría entenderse malamente como viril,  que imprime particularmente en las mujeres chilenas, como Lorena, esa persistencia para continuar trabajando tan profusamente a pesar de las dificultades o tal vez, precisamente por la gran carga de restricciones y necesidades es que crear pasa a ser el gran aliciente para sobrevivir y crecer profesionalmente en el arte.


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